Luchar sin vacilar. [ Libre. ]

Tenía ganas de entrenar mi cuerpo. Pero, lamentablemente, ese día no había demasiadas personas en el aula de entrenamiento. Tenía bastantes estrés debido a la falta de movimiento de los últimos días, y por nada del mundo quería perder mi figura y mi fuerza.
Me equipé con unos guantes rojos de boxeo, casi tan grandes como mi cabeza, y con un sencillo traje de chandal corto; camiseta blanca de manga corta y unos pantaloncitos ajustados azulones. No necesitaba más que eso, y mi resistencia, para aguantar el entrenamiento que me iba a imponer esa tarde.
Por el momento, me contentaba con pegar puñetazos y patas al saco de boxeo, aunque estaba expectante por la llegada de cualquier otro alumno, o profesor, para poder hacer una buena demostración de mis cualidades en la lucha cuerpo a cuerpo.

No, por Dios, exactamente tenía que venir él. Aquel rubio, pesado y extraño profesor que tenía un aura tan extraña y "desequilibrada". Le tenía miedo. Y todo porque yo sabía que el sabía muchas cosas de mí, seguro que en la sala de profesores comparten más información de la necesaria. Deseaba no estar entre los temas comunes.
El muy tunante del sensei, había decidido ponerse frente a mi, como para darme celos de su buena forma física y de su manejo de las espadas.
Yo iba a ser la que le aguantaría, así que le di la espalda, golpeando con más fuerza el saco de boxeo. ¿Por qué no había venido alguien más normal?

-Ciertamente esa chica tenía una buena forma física, era atlética y fuerte, y parecía que la lucha cuerpo a cuerpo se la tomaba bastante en serio. Yo, por supuesto, no era menos en cuanto a mi entrenamiento. Será la mejor opción entrenar con alguien, siempre me decían cuando me enseñaron esgrima, y cuan cierto era. Tal vez podría entrenar con esa chica un poco, aunque fuese solo cuerpo a cuerpo.-
Disculpe, alumna. -A falta de otro nombre se dirigió a ella con ese nombre. Esperaba que una vez iniciasen una conversación le dijera su nombre. Me había acercado un poco a tí, con el fin de dar un poco más de confianza.- He visto que estás en una buena condición física... -Dije mirándo al saco de boxeo donde había esta practicando, para a continuación mirarla diréctamente a los ojos.- Da~ ¿Te parecería bien entrenar un rato juntos? Necesito hacer un poco de ejercicio. ¿Ne? -Esperaba que esa chica aceptase la propuesta, y esperaba tambien que no fuera a tenerle miedo, como parecía que tenían ciertos alumnos... ¿Porqué sería?-

¿ B-bu-buena forma física? ¿Estaba bromeando no? ¡¡Qué pervertido!! Pensé aterrada ante el comentario del tétrico profesor.
Aunque tenía miedo, no lo exterioricé, mostrando mi serio rostro algo huraño y desafiante. Ese profesor era como todos, no había nada que temer. O eso pensaba yo intentando darme ánimos.
- Iván- Me dí el lujo de llamarle por su nombre de pila, ni siquiera lo había pensado- No me molestaría entrenar contra alguna persona real y no solo un saco de boxeo. Y sería bueno que un profesor me evaluara.
Me coloqué en posición defensiva, con los puños levantados y el cuerpo algo girado. - Lovina Vargas le espera, profesor.

Ehé -Me reí tranquilamente, mientras pensaba: No me jodas ¿Iván? O mis alumnos piensan que soy estúpido a esa chica tiene ganas de morir joven. Para rematarlo, esa arrogante chiquilla dijo: Lovina Vargas te espera, profesor. Mentalmente, ya había asesinado a esa estúpida. Sin embargo preferí mostrarle mi enojo a través de la lucha que iba a acontecer en breve.-

Da~ De acuerdo, Lovina. -Susurré con una sonrisa, en la que había cerrado los ojos, en un aparente gesto de amabilidad, más era todo lo contrario. En la comisura de mis labios se notaba un deje cruel y cínico, y además, mis ojos cerrados no permitían ver mis ojos que se habían tornado del color de la sangre.-

-Abrí mis ojos, dejando ver el color que recientemente habían adquirido.- No esperarás demasiado, Lovina-chan, ya que tengo entendido que los muertos no tienen la capacidad de esperar ¿Nee? -Tras eso me puse en posición de ataque, y avancé rápidamente hacia Lovina, en lo que parecía ser un simple ataque frontal.-

Tenía muchas ganas de explorar las instalaciones que componían Shibusen, y uno de los lugares imprescindibles era, por supuesto, la sala de entrenamiento ya que allí sería dónde debería ir con su nuevo Técnico a entrenar tarde o temprano por mucha vergüenza que le provoque su comportamiento excesivamente cariñoso con él.

Toris entró en la sala en silencio y evaluó todos los elementos que componían la estancia, alegrándose al ver lo bien equipada que estaba. Sus ojos verdes se posaron en dos personas que parecían estar entrenando en aquel momento: una chica, aparentemente alumna del centro, y un hombre más mayor que parecía dar más el perfil de un profesor.

-"¿La estará evaluando? Vaya..."- Pensó con curiosidad mientras se situaba en uno de los bancos de descanso con la intención de ser el espectador de tan peculiar duelo. Agradecía mucho para sus adentros la oportunidad de observar algo así ya que le permitiría hacerse una mejor idea de a lo que se iba a enfrentar cuando empezara a trabajar en serio.

¿Me había amenazado? Parecía imposible que con esa sonrisa y amabilidad pudiera decir algo semejante. Pero me comparó con un muerto, y eso en mi mundo significa que no dudaría en darme una buena paliza. No le daría esa satisfacción.

¿Quién sería? Un sonido, proveniente de la puerta de entrada, hizo que desviara mi atención por un pequeño segundo. Instante que aprovechó el profesor para situarse con bastante destreza y velocidad frente a mi, con el puño levantado. " Es muy rápido." Pensé mientras apretaba los dientes y hacía un esfuerzo para mantenerme fuera de su alcance. No había que ser demasiado perspicaz para darse cuenta de que un golpe del ruso podía mantarte derechito al hospital.

Me moví a un lado justo para ver como el puño de Iván pasaba rozando el pelo de mi coleta. Eso había estado cerca. Hasta que le pillara el truco me dedicaría a defenderme.

Hohoo~ -Me reí burlonamente.- Lo esquivaste, Lovina Vargas. Como tu profesor estoy orgulloso de tí Da~ -Me volví a reir, de manera demente y frenética, mientras mis colmillos, que habían crecido de tamaño, se mostraban y mis músculos se tensaban más si cabe. No reparé en el chico que había entrado, y poniendose cómodo se había atrincherado en una silla para disfrutar del "espectáculo".

Volví de atacar, de manera más o menos simple, para comprobar el alcance de sus habilidades. Realizé un gancho derecho, el cual hubiese acertado de no ser por los reflejos de Lovina, que la salvaron de perder la mandíbula, volví a atacar, y realicé un crochet, 2 directos y un swing en relativamente poco tiempo. Ninguno de esos ataques logró acertarla, mas algunos la rozaron y deberían haberla causado un ligero daño. Me volví a reir: Así me gusta Lovina, sigue de esa manera Da~

Toris observaba aquella extraña "evaluación" expectante. Aquella muchacha de cabellera castaña era rápida y esquivaba los golpes de su superior a una velocidad más que admirable, aunque siempre por poco. Al mismo tiempo que observaba los movimientos de esta, el lituano se percataba de los estudiados pasos de aquel extraño profesor. Era bueno... Aterrorizadamente bueno.

-"Soy muy mal pensado..."- Se dijo a sí mismo con algo de culpabilidad a la par que intentaba hacer a un lado aquellos pensamientos inquietantes sobre aquel hombre. Sin embargo, ahí seguía él, riendo de una manera extraña con aquella sonrisa inquietante de colmillos afilados.- "...¿Un vampiro?"- Escalofrío.- "Espero que no le pase nada..."- Toris miró a la muchacha con una mezcla de preocupación y admiración. Había tenido el valor de enfrentarse a un hombre tan intrigante como ese, pero eso no quitaba de que, lo más probable, es que estuviera cometiendo una temeridad...

¡Era cierto! Nunca me creía los rumores que circulaban por el Shibusen hasta que los veía con mis propios ojos. Y uno de esos chismes que había escuchado recientemente era que el proferor de gimnasia era un verdadero vampiro.

Ya no solo era mi porpia velocidad la que me permitía esquivar sus certeros y masoquistas ataques. Sino que otra fuerza, que tiene cualquier animal, también me ayudaba. Se llamaba instinto de supervivencia.
Muy pocas personas han logrado padecer ese sentimiento. Es como tener el corazón en la garganta, no puedes respirar por la nariz y tus pupilas se ensanchan para poder ver los movimientos enemigos.

Menuda caña. No negaría que estaba reventada por todo ese esfuerzo. Pero debía aprovechar aquella oportunidad que acababa de ver. Después de otro de los "ataques rusos", el pecho del profesor quedó desprotegido. Así que, sin pensarlo dos veces, lancé una patada en su punto débil. Solo un poco más...

"Bingó" -Pensé. La patada de Lovina apenas me había causado un ligero daño, pues en el momento del impacto me había echado un poco hacia atrás para disminuirlo, a su vez, Lovina se había quedado indefensa, pues no podría ponerse en guardia lo suficientemente rápido. Con ese último golpe a la desesperada, la chiquilla se me había entregado.-

-Con la mano derecha que era la que tenía mas adelantada agarré la pierna de la joven, y poniendo la mano izquierda debajo de la pierna hice palanca, levantando a Lovina por encima de mi cabeza. Una vez que estuvo arriba la giré, de manera que estuviese de cara al suelo. Tras eso tiré brusamente de ella hacia abajo, y en el momento que pasaba cerca de mi lancé mi rodilla hacia su estómago, causándola una gran arcada que tal vez terminase en una experiencia no muy agradable. Lovina quedó tendida en el suelo, como si de un muñeco se tratase, mas yo sabía que con ese golpe que tan solo era un 60% de mi fuerzano no la tumbaría del todo.- En pie Lovina, todavía no he terminado de examinarte. -Dije finalizando mi frase con un relamer de labios.- Todavía queda mucha más diversión ¿Nee?

-La llave que acababa de utilizar era más bien Muay Thai, un estilo de lucha que aprendí hace años, ya que nadie había expecificado que fuese solamente boxeo, al cual era un tanto aficionado , y además Lovina había lanzado una patada, lo cual en el boxeo está prohibido, así que seguramente se podría luchar con otros tipos de lucha. En esto cavilaba mientras a mis pies Lovina se disponía a ponerse en pie. Perfecto, podría divertirme un rato más.

El sonido que hizo el cuerpo de la chica al caer al suelo le puso la piel de gallina. ¿Qué diablos había sido aquello? ¿Realmente era un entrenamiento o la evaluación era una excusa para atizar de semejante manera a una alumna? Sintió el impulso de interferir, pero sus pies parecían haberse encallado en el mismo suelo, impidiendo que se moviera del sitio.

-"Esto es peligroso..."- Pensó para sus adentros sin poder contener un temblor.- "¿Debería llamar a alguien? Aunque no creo que a esa chica vaya a hacerle mucha gracia...- El moreno desvió la vista hacia la joven que empezaba a levantarse. Parecía una chica orgullosa y terca, así que quizás debería esperar un poco más si la cosa se ponía peor.- "B-bueno, a lo mejor pueden cambiar las tornas..."

No perdería. No ante aquel chiflado con sonrisa de ángel e interior corrupto y negro. No debo desconcentrarme, así es como cabaría bajo tierra; y cierto riéndose como si nada.
En cuanto vi en que situación me había puesto yo sola, maldecí mi poca cabeza. Él era un profesor, un vampiro, un perfecto asesino. No podría derrotarle con minuncias y tonterías. Debía aprovechar mi buena forma física y rapidez para lograr aunque sea darle un golpe. ¡Por lo menos sería un avance!

Tosí. Convulsioné. Intenté ahogar las arcadas de asqueroso vómito. No delante de él. Tragé saliva, y me limpié el contorno de los labios.
Mi mirada desafiante no había cambiado a menos, sino que se mostraba más decidida.
Podría huír facilmente, pero uno de los rasgos de mi carácter era un tremendo orgullo. A no ser que me molieran a palos, intentaría continuar. Por mucho miedo que sintiera, las ganas de llorar y el dolor físico.

- Tsk. Para ti no queda nada, bastardo. - Comenté sin pensar en las consecuencias. Solo expresando lo que pensaba de manera descarada y huraña.