"Duchandose" [Libre] R+18

Sonrió fingiendo que el mayor no le mordió y junto su cuerpo al del mayor jugando un poco más con él. Sabía muy bien que nunca llegarían al final, que siempre iba a ser un constante juego entre el vampiro cazador ruso y el sadomasoquista español al cual le excitaba el peligro.
Brag-sensei...¿A dónde vamos...?-ronroneó lamiendo el cuello del peligris sonriendo, sabiendo que nunca iría al siguiente lugar.

-Ese chico le estaba provocando demasiado, e incluso parecía que le gustaba ese juego, un juego en el que varios habían salido de la manera menos conveniente. Lamiendo un último hilo de sangre me relamí y miré a un desnudo Antonio que me estaba lamiendo el cuello morbosamente. Antonio parecía que no se lo tomaba en serio, que se burlaba de mí, y que era yo el que tenía que suplicar. No, se equivocaba de persona, como también de nombre al llamrme Brag-sensei. Dado que ese chico no lo entendía con palabras ni actos minimamente "leves" le haría experimentarlo. Y al final lo único que saldrán de los labios del español será: Iván.-
A ningún sitio, ingenuo. -Era hora de ponerle fin al teatro.-
-En movimientos inocentes fuí pasando las manos por tu torso, cuello, antebrazo, y finalmente las muñecas. Agarré estas y te empujé contra la pared, pegando más si cabe mi cuerpo al tuyo. Lamí la base de tu nuca, bajando por la espalda y psando mi lengua entre los huesos de la columna. "Estaría bien aplastarla" pensé. Por último me incorporé y te obligué a mirarme, intentando forzar un beso tuyo. "No te resistas, sabes que no puedes, y el hecho de que lo intentes me hace pensar que no te lo tomas en serio, y eso no me divierte."-

"A ningún lugar, ingenuo"
La voz surgió ronca y desesperada de la boca del mayor sorprendiendolo. Había dado por ganado el juego de la seducción, como en todos sus otros encuentros desde que asistía a las clases del vampiro. Siempre acababa ganando él, dejando al mayor con las ganas y obligándole a tener que consolarse de manera grotesca, y mortal, con alguna otra persona indefensa.
Las manos del chico, a diferencia de su voz, eran suaves y calidas. Rozaban su torso, su espalda, su pecho...Y aquello hizo estremecer a Antonio hasta la última molecula de su cuerpo. ¿Por qué le gustaba tanto cuando Iván le tocaba? Esas manos que acabaron con la vida de muchas personas apresaron sus mejillas, con fuerza pero sin hacerle daño, evitando toda huida por parte del moreno.
-S...sensei...-gimió descontroladamente mientras el rubor se extendía por su rostro.
Algo en su interior se estaba dejando llevar por aquello. Algo le pedía más y más aunque supiera que era peligroso y que podía morir. Algo en él suplicaba que el ruso depositara su semilla dentro de él.
Y cuando los labios del peligris se estrellaron con los suyos con violencia, Antonio perdió la conciencia de si mismo entregandose al chico que tenía enfrente y correspondiendo con más pasión que el vampiro.
-I...iván...-jadeó dentro de la boca del mayor.

-Me separé de ti y sonreí descaradamente. Me gustaban las reacciones del español, siempre tan sincero y abierto. Era fácil adivinar lo que había pensado, y lo que pensaba en ese momento. Mi sonrisa se torció un poco, e hizo notar los colmillos que sobresalían por debajo de mi labio superior.-
-Solté una de las manos que te había apresado contra la pared, dejando una de mis manos libres. Con ella empezé a acariciarte el rostro, con movimientos suaves de arriba a abajo. Te rocé también el labio, hinchado tadavía por el beso de antes. Tu enrojecido rostro se hacía cada vez más irresistible, tu respiración se había agitado un poco, y habías comenzado a gemir de sensual manera. En uno de esos incontrolables gemidos había salido mi nombre, mi verdadero nombre por el cual el español no me había llamado todavía. Había ganado el juego, o por lo menos ahora estaba un paso por delante.-
Nee Antonio, ¿No crees que un juego como el ajedrez es aburrido? A mi parecer los juegos solo se vuelven interesantes cuando algunas de las fichas se rebelan contra su rey.
-La mano que acariciaba to rostro se detuvo a la altura de tu boca, y metí uno de mis dedos entre tu boca entreabierta.- Voy a romperte, Antonio. Los juegos ganados,son aburridos.

"Voy a romperte, Antonio. Los juegos ganados,son aburridos."
El moreno sonrío interiormente agarrando la nuca del mayor y acercando ambos rostros aún con el dedo que el ruso había introducido en su boca. ¿Se creía que había ganado solo porque hubiera soltado un par de gemidos? Aquel hombre se equivocaba al completo con él...el sexo era su juego y Antonio no sabía perder en el...
Mordió el nacimiento del dedo con una mirada pícara y tomó uno de los pezones del mayor para apretarlo entre sus dedos.
-Iván...antes de destrozarme...juguemos un rato, ¿te hace?-sugirió con voz burlona mientras su mejillas se sonrojaban más y más por el calor de ambos cuerpos.-El sexo en si es tan...aburrido...prefiero juguetear...-lamió un poco la punta del dedo mirándolo entre divertido y excitado.
No permitiría que el chico llegara más lejos que unos simples jueguecitos. Tras haber reaccionado violentamente a aquel beso se había puesto en alarma. No se volvería a dejar llevar, no con el ruso.

Me excitaba y me enfadaba. Sus palabras y acciones demostraban una gran necesidad, a pesar de que el dijese lo contrario, y tambien había gemido mi nombre, y seguramente, esa noche no sería la última. Y sin embargo Antonio estaba intentando jugar conmigo, como si el crio fuese yo y no él. Con una gran sonrisa acababa de tener una idea, la cual no era precisamente agradable. La sonrisa dejo entrever un colmillo, un poco manchado de sangre.-
-Tienes razón Antonio, juguemos un poco ¿Nee? -Mi mirada estaba lejos de ser tranquilizadora.- ¿Que te parece este? -Con el dedo que tenía en tu boca fui recorriendo poco a poco tu boca, hasta llegar a la campanilla. LLegado ese punto tiré con violencia de ella, provocándote arcadas y haciéndote vomitar, formando a mis pies una mezcla de colores variables que seguramente fuesen los resultados de la cena de hoy. Un jadeante español se dobló a mis pies.- Saa Antonio, es hora de empezar el juego, pero para empezar tienes que elegir... -La sonrisa que tenía hasta entonces se volvio más una mueca de placer que una sonrisa.- Tienes que elegir entre lamer Moscú o comerte tu propio vómito. ¿Sabes como le llamo a este juego? -Mi sonrisa desapareció por completo.- Crimen y Castigo. Da~ Ahora, comienza.

[Habrá que cambiar el titulo de este tema para que ponga +18 xD]

Los dedos del albino ingresaron en su boca introduciéndose al completo en ella hasta llegar a la campanilla que colgaba grácilmente de la parte superior. Al instante, el ardor acompañado del asqueroso liquido, formado por los jugos que facilitaban la digestión y la comida a medio digerir de aquel día, cruzaron la totalidad de su esófago y su cuello, saliendo precipitadamente de entre sus labios para acabar cayendo de manera bruta y hosca contra el suelo del baño.
Tosió varias veces seguidas al notar el asqueroso sabor del vomito en su boca y escupiendo pequeños fragmentos comida que se habían quedado allí tras la expulsión de los líquidos. Un par de lagrimas surgieron de sus ojos al haber sido forzado a aquella espantosa practica y también debido al escozor que sentía en su pecho y en su cuello tras aquello. Sus rodillas se doblegaron, dejando su cabeza a la altura del estomago del mayor, demasiado cerca de Moscú para el menor.
"Tienes que elegir entre lamer Moscú o comerte tu propio vómito. ¿Sabes como le llamo a este juego?"
La respuesta estaba clara. No solo por el echo de que ingerir aquello podía llegar a ser terriblemente asqueroso, si no más bien por el echo de que Antonio se había excitado de manera terriblemente tras aquello. A veces, solamente a veces, podía llegar a ser un tanto sadomasoquisca, con lo cual amaba que le forzaran a hacer ciertas cosas y por ello siempre se comportaba de una manera tan despistada y "violable" solo para que la gente lo intentara.
Sin decir palabra alguna, introdujo el miembro del mayor con violencia en su boca reprimiendo una arcada y mordió el inicio de este con algo de fuerza y violencia, apoyando ambas manos en la cintura del ruso para sostenerse.

-Dos lágrimas rodaron por las mejillas de Antonio, parecía realmente disgustado con el asqueroso sabor que debía recorrer su boca, más aquello ya no debía importar, pues mi miembro se encontraba dentro de sus fauces y seguramente limpiaría el horripilante sabor de esta, con mi esencia claro. Pero todavía faltaba bastante para ello, así que podría disfrutar de como el español trataba rudamente mi pene, lo cual me excitaba enormemente.
Debes de comprender el porque lo llamo Crimen y Castigo ¿No? Es por tu crimen de querer jugar conmigo, y lo sabes, Antonio. -Dije relamiendo los labios, y mostrando mis colmillos erectos, de la misma manera que lo estaba mi miembro en la boca de Antonio.-
-Con la mano derecha incité a Antonio a proseguir con su labor, itroduciéndolo más si cabe entre sus labios; mientras que con la izquierda le agarraba fuertemente el hombro, impidiéndole cualquier tipo de huida. Me gustaban los labios del español, pero lo que más me deleitaba era que su orgullo estaba en la misma situación que él, a mis pies.

Ignoró las palabras del mayor y siguió atacando con cierta violencia el miembro de este. Donde otros depositaba suaves besos, él depositaba un mordisco apretando con fuerza el miembro entre sus dientes para que el mayor sintiera el placer del dolor que aquello proporcionaba, o que solo ellos dos parecían sentir. Dentro de su boca, la lengua acariciaba el trozo de miembro que se introducía a cada nuevo mordisco o mamada, calmando cada una de las zonas mordidas para luego poder morder de nuevo.
Las manos del ruso se cernieron sobre su hombro derecho y su nuca, obligándolo a seguir con aquel juego de boca, dientes y lengua sin poder pararse ni a darse cuenta de las arcadas que de vez en cuando tenía que reprimir cuando al ruso le daba por mover la cintura para sentir más adentro.
Con su mano derecha, Antonio tomó la zona testicular del chico y la apretó con fuerza en una especie de lento masaje mientras con la otra mano se agarraba con fuerza al brazo de Iván por si a un caso perdía el equilibrio en el suelo mojado y encharcado.
Para calentar un poco más el juego, soltó un suave gemido durante la mamada que llenó al completo su boca del miembro del mayor y que le llevó a morder de nuevo el nacimiento de este, con menos fuerza que antes debido a la arcada reprimida al sentir la cabeza de Moscú rozando más allá de la campanilla.

De un empujón, fue apartado bruscamente del delicioso miembro del mayor, cayendo de espaldas al suelo blanco del cuarto de baño masculino de la escuela. Algo en su cuerpo se mostró reacio a dejar de ejercitar el enorme nabo ruso del mayor con su boca, pero sintió las manos de este antes de que pudiera protestar.
Sin ninguna palabra, el ruso le giró posicionándolo a cuatro patas, con el rostro muy cerca de la zona en la que había vomitado momentos antes, y de espaldas a él. Sabía que significaba aquella pose, y sabía lo que vendría después, o lo que se imaginaba que vendría. En ningún momento pensó que lo que el ruso le iba a exigir era que se tocara frente a él antes de introducirse en su interior.
Excitado y hasta el punto de necesitar desesperadamente el cuerpo del ruso aun a sabiendas que podía morir si seguía jugando de aquella manera tan ardiente y desesperante, deslizó sus dedos al interior de su boca y los ensalivó, lubricándolos despacio y lentamente para luego posar dos de ellos directamente en su entrada, introduciendolos de golpe y limpiamente, soltando un sonoro gemido.
-I...iván...-gimió tentadoramente mientras introducía de nuevo los dedos con fuerza, sintiendo el mismo placer que cuando le invadían por detrás.

A pesar de que esperaba que el español se resistiese o al menos que protestase, nada de eso pasó, más bien, se dedicó a la nueva tarea encomendada con gran entusiasmo, y... satisfacción. El español realizaba su tarea con diligencie y morbosidad, pasando sus ahora lubricados dedos entre la abertura que se había dilatado notablemente. Adentro afuera, adentro afuera, gemido, estremecimiento... esasd pautas estaba llevando a Antonio a una gran sensación de placer, a la vez que a mi, que me estaba tocando disfrutando de tan erótico espectáculo. Ambos estabamos apunto de tocar el cielo, pero no era ese el momento de venirse, no ahora.
Deje de masturbarme y agarré la mano de Antonio, el cual parecía querer seguir.- Tranquilo Antonio -susurré.- Enseguida notarás más placer. -Lo dije de manera fría y peligrosa, aunque se notaba que estaba realmente excitado.- Agarré a Antonio de los gluteos, clavando mis uñas en ellos y haciéndole sangrar un poco. Su sangre fue inmediatamente lamida, y saboreada. Me posicioné detrás de Antonio, que seguía en cuatro a la espera de que continuase. Y continué, de una sola embestida llegué a lo más profundo de Antonio, causándonos a ambos un placer indescriptible que solo el dolor y el erotismo pueden causar. El ano dilatado de Antonio se sentía grandioso mientras realizaba bruscos movimientos de alanta a atrás.

Enseguida comenzó a sentir un súbito placer recorrer toda su columna vertebral y golpear su cerebro con gran fuerza al introducir el tercer dedo en la entrada, continuando con las embestidas de estos aunque de manera más torpe y dificultosa debido al grosor conjunto de estos. Los gemidos surgieron más seguidos de su boca, quedando ahogados en las paredes de los baños masculinos, al igual que los jadeos del ruso que se tocaba rudamente a sus espaldas, observando como el español se autocomplacia a si mismo.
No tardó mucho. La mano del mayor apresó la muñeca de la mano con la cual me masturbaba analmente y me obligó a parar, por lo cual estuvo a punto de protestar al sentir como el inmenso placer desparecía al mismo tiempo que, momentáneamente, la respiración iba calmándose para dejar que el aire entrara mejor y antes de lo que iba a venir. Ambas manos del chico se posaron sus posaderas, apretando en sus puños los glúteos y separándolos para dejar ver mejor el ano dilatado del moreno. La exposición no duro mucho, ya que, al momento, la lengua del peliplata lamió la sangre que había surgido al desgarrar algo de piel de esa zona con las uñas, para después, sin dejar tiempo a Antonio para girarse, entrar por la entrada con fuerza y sin perdón, de un solo sablazo que hizo al moreno temblar de placer.
Su espalda se arqueó al igual que su boca se abrió de par en par, sintiendo el enorme placer de ser llenado por dentro y el cosquilleo que sentía al notar el enorme miembro del ruso en su entrada, saliendo y entrando sin darle tiempo a acostumbrarse.
-M...muy...g...g...gordo...-gimió casi al borde del llanto pasional, volviendo a gemir violentamente tras recibir una nueva embestida, más fuerte que las anteriores, que le instó a callarse.

Casi ni se enteró de cuando el mayor salió de su interior. El placer latía con violencia en su entrada, haciendo que sintiera como si tuviera un segundo corazón en aquella zona que alimentara de sangre las zonas dañadas por la brusquedad con la que el mayor entró en su interior, restaurando la sangre que debería de llegar ahí por naturaleza. Su mente medio flotaba en un éxtasis extraño, en el cual su vista se comenzaba a nublar y su cuerpo solo hacía más que pedir a gritos seguir siendo cogido de aquella manera por su profesor eternamente, sin ningún descanso.

Sus ojos verdes se encontraron con los violáceos del ruso al mismo tiempo que este último le dirigía unas palabras a modo de susurro que le hicieron alterarse de manera extraña, logrando que su corazón latiera más rápido y su mente acabara de nublarse. Otra embestida del gran y gordo miembro del mayor atravesó su entrada arrancando después un susurro que solo el mayor escucharía y que le hizo moverse más rápido que antes, logrando que nuevos estremecimientos sacudieran su cuerpo e hicieran que su miembro de humedeciera, pues dentro de nada se vendría sobre ambos al sentir el máximo placer recorrer su espina dorsal.