Casita, casita, casita. [ Alfred/Lovina]

Le había dicho a la recretaría del Shibusen que em enviaran mi equipaje en cuanto pudieran. Era bastante y no podía yo con todo, así que solo me quedé con una maletita con lo indispensable.
Nos habían dado a Alfred y a mí solo una copia de las llaves, era una por pareja. Teníamos que esperar varios días para que nos dieran una a cada uno.

Me había empeñado en llevar yo la llave. Lo que mi intuición me decía era que quizás el americano podía perderla o romperla. Y eso no era nada bueno.

- Alfred, bastardo, voy a abrir la puerta de la casa. Antonio y Arthur ya han estado dentro. Per favore, no destruyas nada. - Ordené con seriedad mientras le miraba. Quizás, quisiera entrar en el apartamento haciendo una entrada estilo "El demonio de Tasmania" y debía impedirlo por el bien de todos. - ¿Caspici?

El equipaje que trajo hasta Shibusen no era mucho en comparación con lo que había oído de la chica. Sus cosas eran de pura diversión y las tenía en cajas que aún ni habían llegado a la ciudad.
Pero aún así llevaba unas cuantas mudas y prendas en una bolsa deportiva de gran tamaño que la colgaba de un hombro.
Estuvo tarareando unas palabras parecidas a ' Coming Home~' desde que le dieron a él a su arma, la dirección de su nuevo hogar, hasta que por fin se hallaron en el lugar.Él quería su propia llave, ya que según él, los héroes no necesitan depender de nadie para abrir puertas.

¿El moreno y el cejas estarán con nosotros? Se limitó a responder con una sorpresa inmensa. Si en algún momento en Shibusen le habían indicado ese hecho, habría estado absorto en otros menesteres e ignoraría dicha información.

Right! Right! Alzó un brazo con efusividad mientras reía tras la chica.

Suspiré. Este chico no se enteraba de nada y aún así seguía insistiendo en tener una llave... ¡Imposible!
Dí varias vueltas a la cerradura, y tres sonidos metálicos indicaron la apertura de la puerta. Empujé un poco el madero, dejando a la vista el pequeño recibidor del apartamento. A primera vista era un casa pequeña pero acogedora, las paredes eran de un limpio y cálido color beige. Lo prefería así. Entré arrastrando mi maleta con ruedas, y fuí directa al salón donde ya había algunos restos del paso del inglés y el español sobre el sofá y la mesa.
Que tuvieran claro que yo no iba a recoger su porquería.
- No está mal. ¿ Te gusta?

Cerró la puerta de un golpe suave, dándole un empuje con el talón del pie nada más entrar.Una muy mala costumbre que tenía desde joven. Caminó tras los pasos de la chica, sin echar mucho caso a los detalles de la casa. El sitio donde viviría le importaba poco, sólo le interesaba su habitación. Su hogar.
- ¡Esta casa mola! Exclamó en respuesta a la chica para luego acercarse a ella y darle un toque en el brazo para llamarle la atención.
- Hey Lovina, ¿Qué es Capisci? - Sonrió con inocencia a ojos cerrados.

¿Capisci? Pues significa " Do you understand?" - Expliqué en un inglés algo italianizado. Mis padres me habían obligado a aprender el idioma cuando era pequeña, les venía bien y todo eso. Pero aún así, odiaba hablarlo. Prefería mi lindo y musical italiano.

-¡Uuuuuuuuum! - Dicho eso, estiré los brazos hacia arriba, estaba cansada aunque no tenía sueño. Dejé la maleta en el salón y súbitamente salí corriendo hacia la zona de las habitaciones.- ¡Yo pido primero habitación, bastardo! - Grité socarrona.

-¿ Y como se diría " I understand" ? La forma de hablar de la morena le resultó peculiar, así que intentó empeorar su inglés, intentando copiar la versión italiano.

Las residencias se disponían de dos plantas. En la de abajo estaba la cocina de estilo americano, el salón principal y dos habitaciones. Por lo que Alfred veía, serían ya las de Arthur y Antonio así que les tocaba la planta superior, donde estaban los baños.
-¡Eh! ¡Porque soy un héroe y dejo a las damas elegir que si no!
Exclamó con el cejo alzado mientras acarreaba con la mochila en su hombro detrás de la morena.

¡Capisco! ¡Bastardo!- Subí las escaleras con rapidez, de dos en dos. Crujieron algo, denotando que eran de madera.
Las puertas de las habitaciones estaban abiertas, para que las corrientes de aire las refrigeraran y no se quedara dentro el pegajoso calor veraniego.
La primera estancia era un baño bastante grande, con una ducha y una bañera, dos lavabos, un bidé y el váter por supuesto. Menudas horas tan divertidas pasaría ahí dentro, sería mi pequeño santuario, ya lo había decidido.
Esperé a Alfred, que venía algo retrasado. Mejor decidir lo de las habitaciones juntos, así era justo.
- ¡Eres lento!

-¡ Capisco! -Exclamó durante el trayecto al que seguía los pasos de la chica. Y al contrario que ella él se limitó a subir de manera normal las escaleras hasta llegar tras ella. No tenía mucho peso en la mochila por lo que no tardó en subir.

-Well, hay dos habitaciones. -Dejó la mochila pesada en el suelo, casi al inicio de la bajada de los escalones. - Comprobemos cómo son. - Dijo con una pícara sonrisa y un tono malévolo mientras abría la puerta que tenía más cerca.

¡Abre, abre, abre, abre! ¡Entra, entra! - Impaciente por ver la habitación, no para de ordenar lo que era lógico que hiciera el americano. Tenía ganas de saber como eran, no me importaba demasiado que fueran gigantes, pero em encantaría que tuvieran un gran ventanal por el que entrase mucha luz.
Me sorprendió bastante que usara un tono tan malicioso, muy diferente del normal en él. Pero supuse que había escuchado mal, tampoco sabía porque lo habría utilizado.
Encima el chico tenía una espalda ancha, que em impedía ver la habitación si él no entraba del todo en ella.
- Vamos Bastardo!

- ¡Here We go! Exclamó mientras abría de un gesto rápido la puerta con el pomo redondo. De una zancada se coló en la habitación; orientada hacia el este, y dirección derecha. Probablemente sería exactamente igual a la otra habitación de la planta. Incluso las residencias tenían ese punto simétrico típico de Shibusen.

La habitación tenía lo justo para vivir de manera cómoda. Había dos estanterías, una a cada lado de la cama y justo bajo ellas un escritorio. Al frente de la cama se disponía un balcón con una inmensa ventana. No era un balcón abierto. Era una especie de asiento que salía por la pared, y los cristales, que podrían abrirse al exterior.

-¡So amazing! Exclamó mientras ya se había movido por la habitación y se había apoyado sobre los cojines de la ventana y las abría de par en par.


(( No sé si llegas a entender como he descrito la habitación o la ventana xDuuu))

[ Sí que lo he entendido, la casa de mis tíos tiene en la cocina esa estructura ]


¡ Oh! ¡Alfred mira! - Emocionada como pocas veces mostraba a las personas, había saltado hacia la zona del ventanal. Me situé a la derecha de mi técnico, sentándome de rodillas en el banco y de cara al exterior.
En cuento los cristales fueron echados a ambos extremos, saqué medio cuerpo fuera de la casa, de manera que casi parecía que quería tirarme. Pero sólo ansiaba el respirar del aire limpio y saludable de fuera.

- Me encanta. - Admití bastante relajada, como si los rayos de sol tuvieran un efecto anestésico sobre mí.
Uno de mis hobbies "secretos" era el arte de la pintura, y tener una buena luminosidad era imprescindible. Aquellas habitaciones eran simplemente maravillosas.

- ¿ A ti no?

-¡Yes! - Exclamó como respuesta, lo bueno que tenía la habitación además eran esas inmensas cortinas que bien podrían tapar el sol y la disponibilidad de enchufes en cada rincón.Dato del que se cercioró rápidamente.

-Ésta habitación mola eh. -Dijo mientras imitaba a la chica, sacando la mitad superior de su cuerpo por la ventana, casi perdiendo el equilibrio.
-Weeehee~. - Se jactó mientras casi parecía caer pero volvía al asiento. Y se bajaba de un gesto rápido con impulso.
-¿Vamos a la otra o qué? - Dijo poniendo los brazos en jarra frente a la chica.

Vale, como quieras. - Me giré con rapidez, casi perdiendo el equilibro, y así quedar también frente a él. En la misma posición y con un igual aire algo arrogante.

¡Pero esta vez me toca entrar a mi primero! - Expluse poniendo los labios en forma de 3 y arqueando levemente mis cejas. - Con lo grande que eres no dejas ver a los que vamos detrás, idiota.

Meneé la cabeza de un lado a otro. Hay que ver. Y fui a la habitación continua, no estaban demasiado alejadas ambas puertas.
La nueva estancia era exáctamente igual a la previa, con la excepción de ser su "inversa", es decir, todo estaba colocado en el lado opuesto.
Puesto que el ventanal ya lo había probado antes, determiné sentarme en la cama. Eran tan cómoda y suave... Hacía tiempo que no tenía el lujo de dormir en un colchón de esas características.

- Es agradable...

Asentía a cada respuesta por parte de la morena. Prácticamente no estaba prestando atención a sus comentarios pues ya estaba decidiendo cómo iba a colocar sus cosas en alguna de las habitaciones de su nueva residencia.

- ¡No tengo la culpa de alimentarme bien! - Se explicó mientras se erguía y casi ponía los pies de puntillas para acentuar más si altura sobre la chica.
Seguidamente se dirigió tras de ella, manteniendo una distancia de menos de un metro, pero sin perder el afán por descubrir cómo era la habitación anexa.

-¡Son iguales! -Recalcó con fuerza, a pesar de que la chica se habría percatado ya, pero él era de repetir las impresiones a viva voz.
Imitó el gesto de la chica, pero a lo bestia. Saltando en plancha sobre la cama con cuidado de no molestar(en exceso a la chica).


((¿Conoces a Elvisa? ¿Has visto el vídeo de la Manta , cuando salta a la cama?))

Rebote varias veces en la cama pues la fuerza de mi técnico era demasiada, y encima parecía que no la controlaba del todo... Menudo problema, esperaba qeu solo fuera una mala impresión y que después fuera un poco más delicado cuando em usara como arma.

Por su culpa, perdí el equilibrio que tenía estando sentada, cayendo hacia atrás. Y entonces mi codo se clavó del modo más doloroso en su espalda, sin miramientos ni resentimientos por mi parte.

- Alfred, ten más cuidado... - Me quejé mientras le usaba como su fuera un cojín, y me apoyaba en su cuepo para descansar el mío propio.
- Puedes hacerte daño o algo... - Y dicho esto, clavé un poco más el codo, quería hacerle rabiar un poco.

Cayó sobre la cama, y como si fuera una lona elástica botó y se levantó un poco. Este gesto lo disfrutaba como un niño pequeño, pues volvía a reír de manera excesiva hasta que sintió una punzada en la espalda -¡Ahh! - Protestó mientras de acto reflejo estiraba los brazos adelante, quejándose del golpe recibido por la chica.
-¡Lovina!¡Lovina!¡Lovina!¡Me haces daño! - Reclamó con rapidez, por si la chica no se daba cuenta de ese hecho, aunque al sentir la segunda punzada comprendió de qué se trataba.
-¡Lovina! -Reprochó una segunda vez mientras movía su cuerpo, para fastidiar a la morena.

Me sujeté, incluso usando las uñas, a la espalda de Alfred pues no quería caerme y perder ante aquella "batallita" que se había comenzado a librar.

- ¿Daño? No se de qué hablas bastardo... - Finjiendo una total indignación, fruncí mis cejas con fuerza. - Eres todo un quejica... - Suspiré, era muy entretenido incordiar a mi nuevo técnico. Al ser tan inocente y "niño", se volvía una competición amena.

- Tsk...

-¡AAAAAAAAAAAH! - El sentir las uñas de la chica en la carne de su piel, fue el hecho que marcó más, pues emitió un grito desgarrador a la vez que estridente y tedioso, del mismo molde que su risa maniática.

Se ayudó como pudo para coger una de las dos almohadas que servían la cama, y a ciegas y con prisa y sin habilidad usó la almohada para golpear a la chica, que estando arriba no podría ver si acertaba y dónde recibía el golpe.

-Die,die,die!! - Espetaba mientras repetía los golpes con su extremista acento americano.

La mullida, pero mortífera, almohada de plumas golpeó mi costado derecho con bastante fuerza. La madre que lo parió. Pensé con una venita hinchada en la sién. Bueno, en la guerra y en el amor todo vale, así que me limité a maldecir entre dientes e intentar quitarle su nueva "arma".

- ¡Bastardo! No desees que muera, ¡Idiota!

La cama crujió, pero no pareció que se fuera a romper, aparentaba ser relativamente nueva.

-¡No he dicho eso! - Echó a reír mientras empujaba la almohada contra ella. Sonreía pícaramente mirando a la chica.Que mantenía entre sus manos bien agarrada la almohada, hecho del que se aprovechó Alfred, soltándola rápidamente y dejando que la inercia hiciera acto de presencia sobre la chica.
Al menos la cama era lo bastante grande como para que el suelo aún siguiera bastante lejos de la morena.
-¡Round two! - Exclamó girando a un lado y cogiendo la almohada contraria, sonriendo como un crío a la italiana.

¡Ay! - Me quejé cuando me di cuenta de la estrategia que el gafotas había seguido. Arrugé el entrecejo, contrariada por el rumbo que seguía esa ridícula guerra de almohadas y de la que yo, quizás no saliera victoriosa.

Agarré con más fuerza el arma mortífera que tenía en mis manos.
- ¡Eso no vale!- Estaba sentada de culo, pero con un poco de precisión e impuslso, pude colocarme de rodillas frente a mi técnico.

Hasta me pareció escuchar una musiquita del lejano y viejo oeste.

- En el amor y la guerra todo vale - Dijo socarrón mientras miraba a la chica a su frente.
- ¡No quieras perder tan fácilmente! - Exclamó mientras con un gesto suave y sin rabia dejaba caer el extremo de la almohada sobre la cabeza de la chica, cayendo como una pluma.

- No es violencia, ¿Habrá que comprobar el material no? - Rió de nuevo alejándose de la chica, echándose atrás hasta apoyar la espalda sobre el cabecero. Procurando mantener los pies , más bien los zapatos sin pisarla.

El imbécil me ha leido el pensamiento. Explamé en mi mente mientras se desencajaba mi mandíbula. Por supuesto que yo, futura líder de la mafia siciliana, no perdería en ese juego. Era de lógica aplastante.

Cuando me volvió a dar aquel golpecito, sin apanas fuerza, ni siquiera agaché la cabeza. Sino que se quedó reposando en mi cabeza.

Sonreí con picardía mientras con un movimiento rápido de mis pies, las sandalias caían al suelo. Mejor sin calzado.

- Já. También habrá que probar a los técnicos ¿No? - Inocentemente sarcástica, balanceé mi cuerpo de arriba a abajo, para mover el cochón y así hacer perder estabilidad a Alfred.

-¡HAHAHAHA! ¡Claro que sí!- Respondió enérgico al ver que la chica se animaba y no parecía desagradarle la idea de ese juego de críos . Pero a él le llenaba de alegría.

No fue alegría lo que pensó cuando al mover la chica la cama se dio un golpe contra el cabecero, chocando su nuca contra la madera de roble. Con este golpe masculló un poco mientras cerraba uno de sus ojos con fuerza.
-¡Ahora verás !¡Sabrás de lo que vale un héroe! - Exclamó mientras no paraba quitos los pies, frotando uno de los pies contra el otro con el fin de lograr quitarse sus zapatillas deportivas, que tras una breve 'lucha' logró tirar al suelo. Habiéndose librado de la culpa de poder manchar la cama con la suciedad de sus suelas no dudó en adoptar una pose nueva, apoyando las rodillas sobre la cama y armándose con la almohada.

[ Dx Siento responder tan tarde, juraría que ya lo había hecho o3o ]

¡Perfecto entonces! - Grité con un ímpetu mucho más común en mi técnico. Aparte de sorprender a Alfred también em sorprendí a mi misma, sería que los americanos son contagiosos, o algo parecido. De ser por mi nunca habría hecho algo tan "así". Era más de chillar como un caminero.

Justo cuando el rubio miró en mi dirección, colocado ya en su pose nueva, no esperé más y me lancé de lleno contra él. Le di en el costado, intentando tirarle de la cama y proclamarme la "Reina de la guerra de almohadas".

- ¡Toma esa bastardo! ¡Chigi!~