Bigotes de hamburguesa. [Lovina/ Alfred]

El Shibusen era un sitio tan sumamente gigantesco que no era nada extraño perderse con facilidad.
Nada más salir de la Sala de Bienvenida, había mirado a ambos lados sin saber que dirección tomar, me parecían los dos extremos iguales.
- Maledizione... Esté sitio es tan simétrico que da hasta grima... -Comenté alterada, para después optar por el frente, rumbo al Ala Norte.
Iba en silencio, sin saber muy bien que decirle a mi nuevo compañero. Pero un leve aroma a pan recién hecho me sacó de mis ralladas mentales.- ¿Tienes hambre, ruidoso?

El edificio por dentro quizás impresionaba más incluso que por afuera. Había muchos pasillos y perderse era fácil, pero claro el héroe no debería de perderse.No debería.
Por ello seguía a la muchacha, al menos se veía con conocimientos del lugar pues parecía con rumbo fijo.
-¿Hambre? - Inhaló con rapidez mientras se acercaba más a los pasos de la chica.
-¡Comamos algo eh! Sonrió a su lado y al ver de reojo un cartel en inglés de la cafetería su mente se dirigió por ella.

-Hum, como quieras. Aunquye no tengo demasiada hambre. - Respondí algo huraña. Era bastante "especialita" en cuanto al tema de la alimentación, y no gustaba de tomar comidas que no estuvieran al gusto de mi paladar.
Pero el sonido de mi estómago, opinaba diferente de mis palabras, rugiendo como un condenado. - Cállate bastardo... - Murmuré mientras mi dirigía a mi tripa, y seguidamente le pegaba un leve puñetazo. Después, caminé hacia la cafetería como si nada hubiera sucedido.- Huele fatal.- Mentí.-

¿ Qué dices? ¡ Si huele genial! Exclamó al abrir la puerta y dejándola entreabierta para que le siguiera la chica.Ciertamente olía bien, un olor de pan caliente y un deje de café inundaba la sala. Dentro ya de la cafetería se dirigió a una de las mesas que había en la sala. Una mesa en el centro era el lugar que eligió para comer, y a su alrededor había muchas más mesas, dispuestas como si fuera una clase. Definitivamente la arquitectura de esa escuela era irreal pero atractiva. -¡Lovina! Here! Here! Señaló la mesa mientras reía con fuerza y llamaba la atención del dependiente de la cafetería

¡Ya va! ¡Ya va! - Comenté mientras con pasos apresurados me acercaba a la mesa y la miraba con detenimiento.- No está nada mal, Alfred. - Esbocé una leve sonrisa de complacencia, que borré al segundo, mientras me sentaba en una de las sillas y le hacía una seña para que se sentara enfrente. - Este sitio es bonito, no es barroco ni renacentista, pero tiene algo interesante. - Mi mente vagó por todos los rincones, deseando poder plasmar en un lienzo en blanco aquella nueva arquitectura.
Estaba tan ensimismada que no escuché nada de lo que Alfred decía.-

Hizo caso de la chica y retiró la silla, girándola y sentándose sobre una esquina, de una manera rápida y no formal, con el codo por detrás del respaldo. Seguido alzó la mano para llamar al camarero, y claro a voces y sin perder ese encanto de loco dando voces. - Hamburguer!
Exclamó con fiereza ensanchando la sonrisa para luego cruzar su mirada con la morena.
¿ Qué vas a pedir? Sonrió y se colocó mejor con la mesa, mientras jugaba con el pequeño artilugio donde estaba la carta, impidiendo que la otra mirara su pedido.

Hice un leve mohín. Había estado intentando atrapar la carta de la comida, pero cierto rubio no paraba de moverla de un lado a otro. Los golpes secos de mis palmadas contra la mesa llamaron la atención de más de uno de los reunidos en la cafetería, y esto hizo que me sonrojase algo más. ¿ No podía parar? - B-b-bastardo! ¡Si no me dejas ver, no sabré que pedir!- Expuse algo nerviosa, había estado evitando a toda cosas volver a rozar su mano como la vez anterior, pero el chico no lo ponía nada fácil.

Movió un poco la cabeza al escucharla, no entendía a que se refería. Pero seguido cayó en cuenta de que estaba jugando con la carta de la cafetería.- Hahaha! Sorry girl! Exclamó mientras soltaba el menú y lo dejaba a distancia de sus manos. Un tic se hacía presente en su pierna, pues la movía con gestos lentos de arriba abajo, y ese gesto se transmitía por su cuerpo. Y claro, estaba con los brazos apoyados sobre una mesa vibratoria.- Hey, Lovena - Dijo con un acento inglés bastante marcado.- ¿Qué te gusta comer? El había 'pedido' a voces al camarero que se aproximaba una hamburguesa, su plato por excelencia, pero no sabía de los gustos de la morena.

- ¡No digas cosas que no sientas! Che palle! - Murmuré antes de coger el menú, y echar mi cuerpo, con la silla, hacia atrás. De modo que el continuo movimiento de la mesa no me molestara. Igualmente habría sido imposible tratar de decirle que parase, no lo haría.
Ojeé la carta sin demasiado interés, nada captaba mi atención demasiado. Quizás tomase solo un vaso de Coca-Cola con un mixto, pero tenía hambre. ¿ Una pizza quizás?
- Estoy mirando, Bastardo. Y es LovIna, idiota.- Había repuesto sin mirarle. Pero de repente, levanté mi vista y dejé con fuerza el papel sobre la mesa. Había encontrado mi plato ideal.
-Ya sé lo que quiero, surtido de tomatitos cherry.

No hice caso de sus quejas, menudo fantasma era este americanillo. También miré al techo, como un acto reflejo de que él lo hiciera, y me sentí algo tonta por hacerlo, ahí no había nada.
El comentario de los tomates me fastidió un poco. No por el hecho de que dijera que eran enanos, realmente lo eran, si no porque ese tono tan despectivo me sacaba de mis casillas. Seguramente ni los había probado.
- Los mejores perfumes están contenidos en un frasco pequeño.- Me limité a argumentar en mi favor. Tome aire.- Y los más potentes venenos, también. - Y llegado a este punto, sonreí desafiante, como alguien que guarda un grato recuerdo de algo y sabe que están jugando en su terreno.

¡Exactamente! Pareció no entender el doble sentido de las palabras de Lovina.El asintió, y dio un breve golpe seco con el puño en la mesa. No era un gesto violento, pues no usó apenas fuerza.

¡Las cositas pequeñas son de lo mejor!, aunque a veces el tamaño importa. Se echó adelante con la silla, arrastrada por los pies. Y seguidamente se apoyó con los codos en la mesa. Sujetándose las mejillas con las palmas.

Una gran hamburguer es mejor que una little. -Bufió entre sus labios, fruncidos por sus propias manos mientras miraba al lado de la cafetería donde estaba la cocina

-Eso no implica la calidad. Puedes comerte una hamburguesa grande y asquerosa u otra pequeña pero deliciosa.
Si quieres algo bueno, no te fijes en su apariencia Bastardo. Por que engañan. - Había sido extrañamente suave. Era como una advertencia que se hace entre los amigos, no podía dejar que mi técnico pensara que el tamaño importara. Yo era una pistola, un arma considerada pequeña, pero podía ser más efectiva que un bazooka que aparentemente es mejor. -
-¿Comprendes? - Le miré directamente a los ojos, sorteando los cristales de sus lentes y las manos que tapaban parte de su rostro.
Un camarero se acercó a tomar nota.

Ahá.... Yes... Sure... Las palabras de la chica hicieron mella en él. Ella llevaba razón lo pequeño en muchos casos era mejor.

También es mejor una buena llave a un manojo de ellas. Susurró mientras se sentaba de forma correcta, un poco cansado de la espera.
Right... Lovina.. Tell me... ¿De dónde venías? Se entretuvo de nuevo con el menú a la espera de la carta.Pues ya tardaba en venir el camarero, estaba empezando a impacientarse y sería capaz de llegar él mismo a por la comida.

-Pues de Italia, nací en Roma para luego vivir en Sicilia. Ya sabes... cosas de "familia" - comenté de pasada y casi sin pensar, había sido un arranque de espontánea confianza. No gustaba de hablar de mi familia. - Tú eres americano, pero no me has dicho de qué parte. ¿Nueva York quizás?

Llegó el camarero algo sudoroso. Era un sujeto gordo y bajito, con una enorme calva en la cabeza y un bigote algo bonachón. No me cayó bien desde el primer momento, tenía un "algo" que hacía que no me fiara de él, por lo que en cuanto se acercó, le dirijí una mirada ácida e insolente.

Sicilia! ¡La casa de los mafiosos! Cerró un ojo y elevó una mano como si en ella estuviera cargando una pistola. Claramente empezaba a imitar los gestos de un asesino.

I'm American! But, soy de Washington, no de Nueva York, aunque he estado muchas veces allí!
Son lugares diferentes y eso es lo mejor.

Rápidamente topó su vista con el camarero enano. Su aspecto no le decía nada, pero desde su lado pudo ver un tatuaje con unas pinceladas finas y rápidas. Era una calavera rosa con una flor de hibisco negra en ella.

Cherry tomatoes! - Exclamó en broma mirando a la chica-

-Yo quiero una hamburguesa grande con patatas. El pan algo tostado y con mucho tomate, lechuga, queso, cebolla y bacon. No me gusta el pepinillo, te lo ahorras. Y traiga el Kétchup, mostaza y mayonesa aparte. - Ni siquiera le miré a la cara, manipulando el cuchillo entre mis manos con ciero aire espeluznante.
Yo también podía jugar a "ser el otro". Así que si Alfred se pedía Tomatitos Cherry, yo me pedía una Burger. No estaba segura de que le gustaran de esa manera, pero como a nadie le gusta el pepinillo, pues me arriesgué.
- Y de beber un refresco muy grande, Pepsi y si no tiene Coca-cola.
Haber que pedía el americano de beber para mi, seguro que no acertaba.
- ¿ Porqué es mejor que sean lugares diferentes? - Añadí pasando del camarero y esperando a que se fuera.

- Además tráigame una ensalada mixta sin escasear los ingredientes. Y unos panecillos tiernos, de los grandes y esponjosos.Y un sandwich mixto completito.
Dijo mientras miraba de reojo al camarero y haciendo un gesto en círculos con la mano izquierda en el aire.
- Además de un refresco de Lima con burbujas y que sean muchas.
Rebatió mientras se acomodaba acercándose a la mesa, disponiéndose a observar a la chica.
- Pues la variedad es algo bueno ¿No? No sé, prefiero tener dos cosas diferentes a dos veces la misma cosa, por buena que sea.


Forjó una sonrisa vil en su rostro mirando tras sus gafas.

Tapé parte de mi boca con un puño, tapando una sonrisa involuntaria que había querido asomarse a mis labios.
Sería interesante hacer más de este tipo de juegos, era casi como jugar a las adivinanzas. No hacía nada desde que nos conocíamos y aquella era una buena forma de intentar saber más del otro. Y solo por intuición.
- Lo poco gusta, y lo mucho cansa ¿ No es así el refrán?
El camarero terminó de apuntar algunas cosas y se marchó de vuelta a la cocina. Volví a arquear mis cejas y acercá más mi cara a Alfred como si fuera algo confidenial.
- Tu sabes que las armas no vemos las almas ¿ Cierto?..... Pero tú eres técnico.... ¿ Has podido ver la de ese bastardo?

-Eh no sé, yo de refranes poco ... -Rió forzado, como si le avergonzara no tener conocimientos de refranes. Los refranes normalmente los dicen las personas mayores y él siempre fue independiente y no se crió muy normal.

Después de eso se acercó al rostro de la chica, de lado, acercándole el oído apoyando sus brazos sobre el servilletero.

-Pues... ese camarero... - Entrecerró los ojos, acentuando la vista y despejando un poco la mente. Su punto fuerte no era ese y debía de entrenarse para dar vistazos más rápidos. Pero no tardo en concluir.
- Es un alma pequeña. De aspecto corriente con una mirada cansada y enfada, quizás consigo misma. Y ...su papada es enorme...- Una risa atípica salió de su boca, pues no quería reír por ver a aquel hombre pero el hecho resultaba cómico.

Sonreí de manera irónica y algo falsa, de medio lada, para después agarrar a Alfred de su mejilla con fuerza y tirar hacia atrás. Tenía los ojos entrecerrados y una risita "je-je-je" se escapaba de mi garganta, y no era precisamente feliz.

- Primero, no te acerques tanto... Y segundo... ¡No te burles! Ese hombre no me da buena espina y mis corazonadas nunca se equivocan. - Solté su mejilla y le di un suave golpe en la zona rojiza.
- ¿ No había nada extraño?

-¡E'tábien~! - Exclamó de manera patética a la vez que su mejilla era distorsionada y movida a un lado.
Nada más tuvo la libertad de su rostro, se frotó la zona tras el gesto de la morena. Su mejilla ahora estaba marcada con un tono colorado excesivo.

-¿Qué dices?.. Su alma simplemente se ve confusa... retraída, con mucho rencor. ¿Pero crees que será un villano?
La cosa empezaba a cambiar. Alfred empezaba ver ante él la posibilidad de destacar como el héroe que decía ser. E incluso era capaz de saltar hacia el camarero.

-¡ No se! Sólo te pregunto... A saber que es lo que oculta ese cebollo.... ¡Simplemente me dió un escalofrío cuando le ví por primera vez!

Refunfuñé algo en italiano por lo bajo. Una maldición que no debía decirse a menudo en público. Me desagradaba no poder hacer algo al respecto, si tuviera en aquel lugar los contactos de antes, quizás pudiera investigar algo más al sujeto.
Me mesé el cabello, evitando tocar la zona del rizo del lado derecho de mi cabeza. Bufé como un caballo y apoyé la cara en la mesa, a modo de depresión.

- Esto es estúpido.

- ¡Es un delincuente! - Exclamó mientras daba un golpe con el puño en la mesa. Su sentido de la justicia empezaba a moverse sin tener pruebas salvo la 'intuición' de Lovina que ni siquiera era de fiar , o de valor.

-¡Nada más comamos vamos a por él! - Exigió mientras miraba al hombre que desaparecía tras la barra. Con una cara de alegría inmensa como si fuera su primer trabajo. Mientras hablaba a la chica la tentaba dándole toques en la cabeza sin siquiera mirarla. No notaba que se había agachado, así que le daba en la cabeza o en el hombro según tuviera.

Después del primer golpe, pensé que pararía. Pero no fue así. Sentía los continuos impactos sobre mi cabeza mayoritariamente, y mi pobre nariz chocaba contra la mesa. Al 6º ataque del americano, levanté una mano para agarrar la suya y apretarla para que "notase" que estaba molesta con su recesiva actitud entusiasta.

-Alfred... No querrás una bala en tu cabeza de alcornoque ¿Cierto? - Le mostré mi nariz roja, que hacía juego con su mejilla. Igualdad de condiciones.

- Pero ¿ Y tú que sabes? ¡Antes de hacer nada, habría que investigarle o algo! Necesitamos pruebas... Bastardo.