Haciendo inventario.[ Libre]

Entré cargada de libros al laboratorio. Hacía unos días que había cogido algunos de allí para estudiarme los distintos experimentos que quizás algún día podían serme útiles.

Como tenía una gran cantidad de libros mi cara estaba tapada e iba caminando como podía para no chocar con nada.
Llegué hasta la mesa y dejé los libros encima para seguidamente dejarlos en la estantería bien clasificados.
Justo entonces me percaté de que no estaba sola en la sala. Un nuevo profesor y una chica rubia, que parecía más bien una alumna, estaban abrazados en medio de la sala. Algunos de los materiales estaban esparcidos por el suelo, rotos.

- He... Hehehe... e-eU - Reí de forma incómoda - Esto...

Mi mente se había quedado completamente en blanco, algo extraño en mí. Lo único que se me ocurrió fue darme la vuelta y empezar a poner los libros en la estantería, para así poder irme de allí lo más pronto posible.

De repente, mientras colocaba los libros, oí dos voces detrás de mi que me saludaban.

- H-hola - Dije sorprendida. La chica rubia, sin dejar de abrazar al profesor, que seguía sin poder ver, se presentó.
- Y-yo soy Elizabeta H-héderváry. Mucho gusto también... Sí soy nueva. - Dije un poco avergonzada. - Em... Siento mucha la interrupción, yo sólo quería guardar estos libros, pensé que la sala estaba v-vacía...

Agaché la mirada y me miré los pies. Dios, me siento ridícula... Suspiré. ¿Por qué demonios decía todo aquello? Ni siquiera parecían molestos. En otra ocasión hubiese sacado mi estupenda cámara de vídeo y hubiese filmado a lo random, pero esta vez, no eran dos lindos chicos y el saber que uno de ellos era profesor me incomodaba. Aún así, ¿quién era yo para ponerle barreras al amor?

Seguí colocando libros en la estantería.
- En cuanto termine les dejaré solos - Dije mientras le sonreía a la chica rubia.

¿Eli? ¿Había dicho mi nombre? ¿Cómo era eso posible? Ni siquiera lo había dicho. Aún así, su voz me sonó extrañamente familiar.

Justo después de escuchar mi nombre, me giré para ver quien lo había dicho, y sin previo aviso me vi envuelta en un abrazo que me alzaba un palmo del suelo. Miré a quien me estaba levantando y me había llamado, también.

- ¡OH! Dan, ¿Dániel? - Dije muy sorprendida. - ¿Eres tú de verdad?

Cogí sus mejillas y las manoseé un poco. Acaricié el cabello recogido en una cola; fino y suave. Luego miré sus ojos. Sí, del mismo color...
Realmente era mi hermano.

Me dejó en el suelo y me miró con una gran sonrisa.
- ¡Hacía mucho tiempo que no te veía! - Dije con una gran sonrisa. - Pensaba que ya no volvería a verte nunca más y de repente te encuentro aquí. Qué cosa.